sábado, 6 de junio de 2015

Lo único que tenemos por seguro desde el momento que nacemos es el hecho de que estamos destinados a morir. Nos asignan una cuenta atrás, somos una bomba de relojería con vida que en cualquier momento puede estallar. A pesar de ello  no nos damos cuenta de lo poco que tenemos y lo poco que somos en este gran mundo, tan finitos y apenas conscientes de ello... Desperdiciamos miles de ocasiones por un ''mañana ya será...'' cuando mañana podría no existir. Dejamos escapar momentos, suspiros, alientos vitales que nos llenarían de vida si no los hubiéramos dejado ir. 

Y sí, vivimos, pero vivimos en una rutina, una rutina repetitiva y no nos salimos de ella, no nos permitimos salir de nuestra zona de confort por miedo, ¿pero miedo a qué, a vivir? Y entonces quizá nos damos cuenta, vemos lo que hemos perdido y no nos permitimos volver a repetirlo, pero es posible que ya sea demasiado tarde. Es la hora de explotar y volver a la tierra, de volver a ser polvo y sombras, de volver a donde procedemos. Vemos que el tiempo se agota, nos lleva, nos come, nos devora hasta no quedar ni un suspiro, finalmente nos mata. Cuántos rogamos por piedad y a cuántos nos la dieron. A ninguno. No hay excepciones ni súplicas válidas. Todo nos vamos. Todo se va con nosotros.

Cómo somos los humanos, vivimos como si nunca fuéramos a morir y morimos como si nunca hubiésemos vivido.  

1 comentario:

  1. Daniela, está muy bien expresado y bien recogida tu forma de pensar, si bien es verdad que aparece sintetizada brevemente. No obstante, a nivel de expresión formal, no hay nada reseñable, todo es correcto. ¡Buen trabajo!, felicidades.

    ResponderEliminar